martes, marzo 18, 2014

Previo al Maratón Solidario de Toledo 2014

por: Zerolito

El día anterior a un maratón es el día de las dudas, de los preparativos, de las conjuras. Pero en mi caso está pasando con cierta normalidad que quizá no sea del todo beneficiosa. Un poquito de tensión antes de enfrentarte a cerca de 40000 zancadas no vendría mal.

Como dije, en el plano personal estoy más que contento por plantarme otra vez en la línea de salida del Paseo de Merchán. Pero en lo deportivo es donde aparecen las dudas, ahora que lo pienso despacio.

Me da vértigo saber que voy a intentar correr un maratón a un ritmo que anhelaba mantener, no hace tanto tiempo, durante apenas 10km. Pero la ocasión es perfecta: he entrenado como nunca, el recorrido es llano, sin pérdida posible, nada masificado y con una animación inigualable. Compañía de amigos y espectáculo en el recorrido con decenas de chavales corriendo sus pequeños maratones. Así que no hay excusas y sí motivos para darlo todo en ese parque repleto de ilusiones.

Como sabéis, este maratón es especial. Y para que podáis comprobarlo os dejo un texto que escribió David, alma mater de esta prueba. Sus palabras son el verdadero espíritu del MaSoTo.

Hoy los motores de la aeronave han hecho su última puesta a punto…
Quedan pocos días para la cita…

Siento que soy el piloto de un desgastado Hércules cuatrimotor al que los informes técnicos aconsejaban no volver a volar…

Hoy, tras pasar los últimos test de fiabilidad, el avión ha vuelto a solicitar a su piloto que quiere tener otra oportunidad.

En los dos últimos meses, armado de grandes dosis de paciencia, el piloto, no sin contratiempos, ha ido saneando y pintando de color esos restos de chapa ya comidos por el óxido, volviendo a establecer una relación cercana entre él y su fiel máquina, difícil de definir…

Con la precisión de un cirujano y la ternura de una madre, lubricó las juntas de cada una de las secciones de su avión, apretó tuercas, limpió componentes, desmontó y engrasó cada pieza de sus anticuados motores y hélices, forzó al máximo la movilidad de los alerones, corrigió los defectos de sus sistemas de navegación…

Hoy, el Hércules, ha solicitado formalmente la concesión de su licencia de vuelo y pretende estar nuevamente operativo el próximo 19 de marzo.

El piloto sabía que hoy era el día de la prueba definitiva. El día de la salida del hangar y de la visión siempre vertiginosa de la larga pista de despegue, esa interminable recta que ha de hacer que la aeronave, tras coger la velocidad adecuada, abandone la seguridad del asfalto para perderse en el espacio inmaterial.

En un día de cielos rasos y ausencia de viento, el piloto ha girado la llave de contacto y los cuatro motores han vuelto a sorprenderle con un rugido robusto que confirmaba que el avión está preparado para iniciar su penúltimo vuelo, su vigésimo cuarta travesía de larga duración.

Con la aeronave aún parada, a la espera de que la aguja roja fuera alcanzando los niveles óptimos para iniciar la fase de despegue, el piloto se ha puesto su traje de gala, esa camiseta roja con rayas blancas y verdes con la que efectuó sus primeras travesías aéreas y con la que hizo su primer gran vuelo de larga distancia hace diecinueve años.

Sentado en ese sillón al que le faltan algunos trozos de espuma, ha vuelto a tomar las palancas y en soledad, ha comenzado a hablar con su avión, con ternura y confianza, acariciando con delicadeza el tablero de mandos, como pretendiendo transmitir un mensaje de confianza que permita iniciar el viaje con esperanzas de llegar con éxito al destino.

El cuerpo metálico y robusto del Hércules, no tiene la velocidad de las aeronaves modernas, pero los cuatro motores han vuelto a rugir poderosos haciendo vibrar los cristales del hangar, logrando humedecer de lágrimas de júbilo las mejillas de su piloto, e inyectándole un plus de confianza y seguridad ante la que debe ser su penúltima misión.

El 19 de marzo de 2014, a las 9.00 horas de la mañana, tomaré los mandos de mi desgastado pero fiable Hércules… volveré a girar la llave de contacto, esperaré unos minutos hasta que el sonido de los motores resuene de manera uniforme y rotunda, y despacio, muy despacio, ambos iremos cogiendo altura envueltos en una atmósfera de ilusión máxima e insuperable. Prescindiendo de pasado y de futuro. Con la conciencia firme de saber que estamos haciendo lo que queremos y debemos hacer. Sin miedo al fracaso. Centrados únicamente en el momento mágico de la vivencia del presente. Con la certeza, convicción y fortaleza del que siente que no le quedan muchos vuelos de esta distancia y éste, desea vivirlo con la intensidad y la alegría del que se enfrenta a su vuelo iniciático, a su último vuelo, a su único vuelo.

Mucha suerte para todas las aeronaves que venís desde diferentes puntos del país y que ese día volareis sobre la ciudad de Toledo pero cuyo final de viaje se encuentra en Pimpri, la India. Será allí donde vuestros aviones siempre tendrán un hueco en unos hangares especiales, los corazones de una multitud de niñas indias a las que solo con vuestra presencia en este acontecimiento especial vais a ayudar y que están siendo atendidas por unos mecánicos de excepción, las verdaderas protagonistas de esta agencia aérea…unas mujeres frágiles dedicadas al mantenimiento y cuidado diarios de innumerables y anónimos avioncitos… las Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna.

Ya he sacado mi billete Toledo - Pimpri (India). Mañana, a volar.

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