III Media Maratón Collado Villalba - La Tragamillas

Segunda media consecutiva, igual que el año pasado. Es una auténtica pasada que dos de mis carreras favoritas se hagan con una semana de diferencia. El año pasado hice la Media de Latina a ritmo suave y me exprimí en Villalba; este año tocaba al revés.

El día amaneció lluvioso en Madrid, con lo que la familia se quedó en casa. En cambio, en la sierra el tiempo era estupendo. No había llovido, la temperatura era excelente. Había quedado con mis compañeros Darth Vader, Lander y Gebre para hacer esta carrera en plan suave, así que el plan era perfecto, una mañana de disfrute puro y duro.

Este año no podemos aparcar en el recinto del polideportivo, así que tras una revuelta aparco y me encuentro con Darth. Recogemos el chip y vamos directos a la cafetería, donde damos buena cuenta de un café y la porra más larga que haya ingerido nunca (por eso sólo pedimos una). Vamos a cola del pelotón y vemos a Gebre, Lander y Evas2r, con Gema, hija del gran Paco Gilo, conocido como Garabitas, hombre al que reverenciamos los corredores populares por su entusiasta apoyo al correr por correr, por disfrutar, y por su incesante apoyo a corredores noveles, lesionados y demás fauna. También andaba por ahí el Corredor del Cañamares (un placer conocerte). Bueno, dan la salida a cola de pelotón, íbamos estresadísimos tal y como se ve en este vídeo, cuando llevábamos 600m de carrera. Estamos por la parte izquierda de la pantalla, hacia el final.

Darth fue marcando un ritmo sostenido de 5:40/km. Lander lo iba siguiendo bien. Gebre está fuerte, su preparación del Maratón de Sevilla está ahí, aunque el pobre no lo pudiera correr. Evas2r nos deja y con Cañamares pues nos vemos un rato, nos dejamos de ver... así toda la carrera. Yo me encuentro bien y animoso, lo cual no es difícil por correr con amigos en un entorno que es una pasada y con una organización que... ya iremos con ella.

La carrera transcurre por carriles bici de arena, carreteras, caminos... vamos, de todo un poco. El recorido es duro, rompepiernas, pero el ritmo nos permite subir y bajar sin excesivos problemas. Pasamos por el lugar más emblemático (para mí) que es el encinar de El Coto. Es una pasada, un lugar precioso y perfectamente señalizado por voluntarios y cinta. Transcurre la mañana entre los aplausos de la gente, los ánimos y la dedicación de los voluntarios en cada cruce, en cada avituallamiento. El pueblo está empapelado con carteles de la carrera, la gente sabe que vamos a pasar por allí y ¡nadie se enfada porque corten un rato su calle! Esa callada labor de la organización de concienciación hace que los viandantes participen de la fiesta en lugar de echar pestes por no llegar al Carreful de turno. ¡Olé por todos ellos!

Los voluntarios, de lujo. Numerosísimos en cada punto. Nos animaron charangas (tres, creo recordar), hasta un grupo disfrazado de coro de Gospel o algo así. Era una fiesta de la que formábamos parte, y nos hicieron sentir especiales aún yendo en el furgón de cola de las carreras. Mil gracias.

Llegada a meta. Gebre, Darth, Zerolito y Lander. Mirando fuera, Cañamares.

Llegamos por fin a meta. Estos chicos habían amenazado con un final al sprint (ya sabéis que no me van mucho) pero parecía que no iba a ser así, ya que pasamos la marca del km 21 tan panchos. Me pongo a buscar a mi sobrino en la grada porque pienso que sería bonito entrar con él cuando salta Darth por la izquierda. Le sigue Lander y arranca Gebre por mi derecha. ¡Juer, se ha liao al final! Me pongo a correr y paso a los dos primeros, poniéndome a la altura de Gebre. Inconscientemente paro (?) ya sabéis que no soy muy competitivo, pero se me cruza el cable y decido apretar un poco más y llego a la meta partiéndome de risa, como mis compañeros. Hale, otro vídeo para ver (este no deberíais perdéroslo, es la primera vez en mi vida que gano un sprint, algo así como un documento histórico).

Fin de fiesta con cerveza, helados, estupenda bolsa de corredor, fisios, música en directo, un castillo hinchable y varias consolas para los más pequeños... ¡hasta habían llenado la ría de la pista de atletismo con agua y hielo para los que tuvieran las piernas muy cargadas! Desde luego la organización del C.D. Castillo ha sido de libro. Se ve en cada detalle el mimo, el cuidado, el interés, los esfuerzos que hacen para que todos los corredores populares y sus familias disfrutemos de una mañana festiva. La labor de los voluntarios, impagable. De verdad que con gente así da gusto ponerse el dorsal. Deberían tomar nota muchísimas organizaciones para que vean cómo se deben hacer las cosas. Ilusión en vez de presupuesto, eso es lo que diferencia unas carreras de otras. Por mi parte esta carrera se ha convertido en una fija de mi calendario particular. Gracias por vuestro esfuerzo, que ha sido reconocido por todos los asistentes a la prueba.

Y poco más que decir (¿te parece poco?)