Mientras corría pensaba que era la carrera más dura que había hecho nunca. Intentaré explicarlo en unos pocos cientos de líneas :D y dejaré las reflexiones sobre la prueba en sí para otro artículo.
Y todo tiene que ver con las múltiples incógnitas de partida. Me explico:
- La preparación ha sido atípica. Desde que me enrolé en la increíble experiencia del Maratón Solidario de Toledo tuve apenas tiempo de recuperarme físicamente y meter unas pocas semanas de entrenamientos a ritmos rápidos (para mí) compensando de esta manera la falta global de kilómetros. Bueno, al menos eso era lo que pretendía... pero no tenía ni idea de si funcionaría para encarar dos maratones en dos meses.
- El no haber trabajado un ritmo concreto de competición me dejaba con una sensación inusual. Saldría a bollo sin saber cómo reaccionaría mi cuerpo, sin haberlo ensayado antes en entrenamientos.
El caso es que decidí salir con un grupo importante para sentirme apoyado y sacar fuerzas de flaqueza con su compañía. El capitán era Locomotoro, que ha hecho una preparación encomiable, espectacular, y que injustamente no ha podido culminar. Con nosotros Cabesc, que siempre nos ha ayudado de una manera increíble. Se nos unen mi compañero del MAM Aspen, el gran Pardillete y el amigo Guille en una sorprendente versión silenciosa. Una buena tropa con un broche o dos más: en el km 17 se nos uniría Paloma y en el 31 Bassrunner y Santi (que finalmente no pudo venir) Como veis, el panorama era inmejorable. Aunque me faltaba el Yoku, mira tú...
Todo preparado; en la Biblioteca Nacional se da cita el Foro de ElAtleta.com, con una representación paquetil más que numerosa. Especial ilusión me hace ver compañeros que no correrán pero que quieren acompañarnos, sobre todo Pedro y Leandro, ambos con muletas. Este maratón tiene algo de especial en el ambiente previo a la carrera. No sé el qué será, pero no lo he sentido en otras pruebas.
Empezamos a correr a los 4 minutos de dar la salida. Enseguida nos juntamos con los corredores de la Carrera de 10km que ganó de calle el increíble Gebrselassie. Era alucinante verle correr Castellana abajo, sacando unos cientos de metros a sus perseguidores. ¡Qué estampa!
Rompo a sudar enseguida mientras rodamos para coger nuestro ritmo crucero. Enseguida nos damos cuenta de que el calor nos va a jugar una mala pasada y hablamos entre nosotros: hay que rebajar las expectativas más favorables, que serían buscar una marca entre 3h40m y 3h45m si no queremos que nos de un pajarón de cuidado en la segunda mitad. Y así nos planteamos un ritmillo entre 5:20 y 5:25, a priori cómodo pero que con el calor, al que no estamos acostumbrados aún, nos desgasta poco a poco.
Tras los miedos iniciales nos acercamos a la parte más agradecida de la carrera: el centro de Madrid. Se une a nosotros por unos kilómetros el gran Matraco, maratoniano reconvertido a mediofondista de pro. Tristemente no suena la tradicional Carros de Fuego en casa de Guille, por donde pasamos. Se había quemado el amplificador minutos antes. Es muy emotivo saber cómo se lo ha currado con su familia: una decoración en la fachada muy chula a base de camisetas de pruebas populares, habían colgado guirnaldas -alguna la había quitado algún gamberrete-, habían cocinado rosquillas... todo un espectáculo que los corerdores agradecimos. Gracias, Guille y familia.
Pasamos por la centenaria Gran Vía y se nos une, como un torbellino, Paloma. Está radiante, contenta de estar con nosotros, y nosotros igualmente encantados con su compañía. Me tomo un gel que no había probado en los entrenamientos. Pone que para esfuerzos de 2h de duración, así que me valdrá hasta salir de la Casa de Campo. Pasamos por Sol donde aplauden todos: mayores, niños, payos, gitanos, extranjeros, turistas... es alucinante. El trayecto por la preciosa Calle Mayor y el Palacio Real es de lo más turístico. Nos plantamos en la cuesta de Ferraz tratando de controlar nuestro ritmo, que con los vítores de los asistentes se ha incrementado. Y llegamos a la media maratón.
1h55m justos, según ForeLópez , que me canta los kilómetros antes de tiempo; no se si para animarme o para lo contrario. Un rápido análisis con Cabesc y Loco nos pone en nuestro sitio: el crono se va a ir lejos, bastante lejos de lo previsto. Sólo doblando podríamos ver unas 3h50m y esa empresa es difícil en un maratón. Más aún en Madrid. Y más aún con el azote del calor que iba haciendo mella en nuestros cuerpos.
Descenso vertiginoso por el Parque del Oeste y llegamos a la Avenida de Valladolid. Guille, que se había ido a probar fortuna por delante, se deja caer y vuelve al redil. Esta calle recta, ancha, con una terrible solana encima, parece una premonición. Hay gente que empieza a sentirse mal, yo entre ellos. Cerca de 25km recorridos, un sol de injusticia -al menos para nosotros-, cansancio y desazón por el tiempo perdido. No son buenos argumentos para razonar cuando te falta la parte más dura de la maratona.
Entramos en la Casa de Campo y allí empieza el baile. Yo me encuentro mal. El calor me afecta mucho y en cada puesto de avituallamiento me echo encima una botella de agua. Empieza a andar la gente mientras yo decido jugármela. A pesar de las malas sensaciones decido no bajar el ritmo, no mirar atrás, no preocuparme nada más que de salir pronto de la Casa de Campo, ver a Coral y a los niños, que me den la bolsa con fruta y un gel y que Bassrunner y Santi me acompañen en el final de carrera.
Poco a poco el grupo se desmembra. Cabesc ha estado enfermo toda la semana, Aspen se había ido por delante como Angeltrotón, Loco está un poco por detrás al igual que Pardi y Guille. Finalmente me quedo sólo con Paloma y llegamos al Lago, donde tantas veces ha terminado nuestros rodajes y donde ahora empieza la verdadera carrera.
Tras coronar la maldita cuesta me esfuerzo por recomponer mi triste figura. Voy cansadísimo y tocado de moral, pero no quiero que mi familia lo note. Los veo, me saludan y jalean y para mí es como un soplo de aire fresco en este tórrido desierto. Beso a Coral pero no tengo ni el más mínimo desparpajo para bromear con mis hijos, disimulando como podía mi agotamiento. Recojo la bolsa y le voy dando cosas a Bassrunner, que se une a la comitiva a modo de asistente personal. Hasta me ofrece una cervecita -previamente pactada- y que rechacé. Imaginaos cómo iba para despreciar una Mahou fresquita.
En la bajada me entero de que Arcadio se ha retirado y recuerdo que el año pasado nos vimos en este punto y finalmente consiguió bajar de 4h. Me entristece la noticia pero trato de distraer los pensamientos negativos con una compensación: el amigo Canillas, autor de las más deliciosas trufas tapieras, está ahí para darnos ánimos y fotografiarnos.
Y aquí, donde siempre, a partir del km 32, empieza el drama. El quiero y no puedo. La tragedia en forma de hecatombe física para muchos de nosotros. Hace muchos kilómetros que no me encuentro bien y sigo esforzándome, sin saber si hago o no lo correcto. No hago más que ver gente andando, tumbada, mareada. El SAMUR no para de atender a corredores destrozados por la dureza de un maratón que ha sido implacable. Bassruner lo comenta: "nunca he visto a tanta gente andando y tan mal". Y yo tampoco. ¿Seré yo el próximo? No las tenía yo todas conmigo.
Decido poner en práctica el desconecte cerebral. No quiero pensar en nada, sólo correr y mantener el ritmo hasta donde pueda. No hacemos más que adelantar gente, casi 1000 personas en los últimos 12km. Procuro no pensar sino en los siguientes kilómetros, en que poco a poco van cayendo. Busco analogías en entrenamientos cortos, en la vuelta a casa tras un duro día de entreno por las cuestas casacamperas. Y desconecto. El cuerpo dolorido me sigue respondiendo y me da ánimos para la siguiente zancada, no le puedo pedir más.
Llegamos a la parte final. Estaba deseando ver Atocha y al coger Embajadores empiezo a sentir que lo estoy consiguiendo y que tengo el maratón ahí. Las visitas de los amigos Txamo y Equis que me jalean no hacen sino reafirmarme en seguir corriendo. Y me libro de una buena: Paloma choca con un corredor y me traba el pie, haciéndome una zancadilla en toda regla. Un calambrazo recorre mi pierna izquierda -"¡AY!"- exclamo mientras cojeo tratando de recuperar el equilibrio. Afortunadamente en unas pocas zancadas el dolor desaparece para dejarme en donde estaba, corriendo a por todas.
Muy bien acompañado llegando a Atocha - foto cortesía de equis-
Adelanto a ÁngelTrotón y después a Ibki, todo un Ironman, en Alfonso XII y su temible cuesta. Está claro que hoy hemos pagado un alto precio en este maratón. La afronto con ganas, quiero subirla cuanto antes. Acorto la zancada pero mantengo el mismo ritmo, incluso lo elevo. Con determinación los fantasmas a veces se desvanecen, y pasamos el terrible escalón para seguir a ritmo en la cuesta arriba. Kilómetro 40: miro el reloj, faltan 2km y 195m y me quedan menos de 12' para acabar en 3h50m. Después de haber llegado hasta aquí me merecía ese premio, esa guinda del pastel. Y me pongo a ello con las escasas fuerzas que me quedan.
Recibo los ánimos de Jordan, Lander y sus familias que están tan ricamente en Alfonso XII. "Buen ritmo, Zero" oigo, y me empeño en seguir, en darles la razón. Visualizo la llegada sabiendo que queda una eternidad... pero finalmente llega.
Entramos al Retiro. Es cuesta abajo pero queda una eternidad. Empujo con lo poco que me queda buscando con mi mirada perdida el arco que tiene el cronómetro, oculto en una maraña de globlos, arcos y pancartas. El ánimo de la gente te lleva en volandas y finalmente traspaso la meta parando el crono en 3h49m27s, 3h49m37s según el chip. Ha sido durísimo pero el resultado está ahí. Había conseguido doblar, que en el argot no es más que hacer la segunda media maratón en el mismo tiempo que la primera. Algo que muchos dicen que en Madrid era imposible hacer, y menos con este calor. Como dijo alguien, me llena de orgullo y satisfacción...
... pero no me quita el agotamiento. Nada más cruzar la línea de meta me tengo que doblar para descargar la tensión que llevo, e inmediatamente continúo andando. Me reúno con Bassrunner (Paloma no tenía dorsal y no pudo pasar por meta) y nos tomamos la cervecita mientras esperamos a los amigos, que van llegando poco a poco. Ibki se encuentra mal y le llevamos a la sombra, junto al SAMUR. Finalmente se recuperó y salimos a saludar a las familias. Allí estaban con nosotros para celebrar otro maratón más. Nos tomamos una bien ganada cervecita y mientras se iban a casa me dirigí a ver a mis amigos paquetillos que se quedaban a comer en el Reti. Recibo felicitaciones por doquier que me abruman, no creo haber hacho más que ningún otro osado que se haya atrevido a bailar con la maratona en un día tan malo. Y me vuelvo a casa cansado, quemado por el sol, pero satisfecho por cómo he corrido hoy.
Quizá sea la carrera que se me ha hecho más dura de cuantas he corrido. En el Maratón Alpino era consciente de mis posibilidades y las fui cumpliendo, lo que me daba confianza. El domingo no tenía nada claro si iba a ser capaz de terminar como lo hice, y me costó lo indecible que mi cabeza mandara sobre un cuerpo que no respondía como esperaba. Por eso supongo que, con el tiempo, este maratón será uno de los que recuerde para siempre. Siento mucho que coincida con tantos malos momentos de tanta gente, incluidos amigos míos.
Gracias a todos por vuestros ánimos, por estar ahí. En especial a mi familia por aguantarme y quererme; a mis Correpoco Santi, Bassruner y Paloma por el apoyo incondicional; a Loco por contagiarme su determinación y entusiasmo, al grupo de lujo que formamos el gran compañero Pardillete, el semielfo Aspen, el mudito Guille, Cabesc como ayuda de lujo y a todos los que habéis estado ahí: Txamo, Matraco, equis, Pedro, Lander y familias, a todos los paquetillos sin excepción... gracias a todos por haberme ayudado tanto.
Decido poner en práctica el desconecte cerebral. No quiero pensar en nada, sólo correr y mantener el ritmo hasta donde pueda. No hacemos más que adelantar gente, casi 1000 personas en los últimos 12km. Procuro no pensar sino en los siguientes kilómetros, en que poco a poco van cayendo. Busco analogías en entrenamientos cortos, en la vuelta a casa tras un duro día de entreno por las cuestas casacamperas. Y desconecto. El cuerpo dolorido me sigue respondiendo y me da ánimos para la siguiente zancada, no le puedo pedir más.
Llegamos a la parte final. Estaba deseando ver Atocha y al coger Embajadores empiezo a sentir que lo estoy consiguiendo y que tengo el maratón ahí. Las visitas de los amigos Txamo y Equis que me jalean no hacen sino reafirmarme en seguir corriendo. Y me libro de una buena: Paloma choca con un corredor y me traba el pie, haciéndome una zancadilla en toda regla. Un calambrazo recorre mi pierna izquierda -"¡AY!"- exclamo mientras cojeo tratando de recuperar el equilibrio. Afortunadamente en unas pocas zancadas el dolor desaparece para dejarme en donde estaba, corriendo a por todas.
Muy bien acompañado llegando a Atocha - foto cortesía de equis-
Adelanto a ÁngelTrotón y después a Ibki, todo un Ironman, en Alfonso XII y su temible cuesta. Está claro que hoy hemos pagado un alto precio en este maratón. La afronto con ganas, quiero subirla cuanto antes. Acorto la zancada pero mantengo el mismo ritmo, incluso lo elevo. Con determinación los fantasmas a veces se desvanecen, y pasamos el terrible escalón para seguir a ritmo en la cuesta arriba. Kilómetro 40: miro el reloj, faltan 2km y 195m y me quedan menos de 12' para acabar en 3h50m. Después de haber llegado hasta aquí me merecía ese premio, esa guinda del pastel. Y me pongo a ello con las escasas fuerzas que me quedan.
Recibo los ánimos de Jordan, Lander y sus familias que están tan ricamente en Alfonso XII. "Buen ritmo, Zero" oigo, y me empeño en seguir, en darles la razón. Visualizo la llegada sabiendo que queda una eternidad... pero finalmente llega.
Entramos al Retiro. Es cuesta abajo pero queda una eternidad. Empujo con lo poco que me queda buscando con mi mirada perdida el arco que tiene el cronómetro, oculto en una maraña de globlos, arcos y pancartas. El ánimo de la gente te lleva en volandas y finalmente traspaso la meta parando el crono en 3h49m27s, 3h49m37s según el chip. Ha sido durísimo pero el resultado está ahí. Había conseguido doblar, que en el argot no es más que hacer la segunda media maratón en el mismo tiempo que la primera. Algo que muchos dicen que en Madrid era imposible hacer, y menos con este calor. Como dijo alguien, me llena de orgullo y satisfacción...
... pero no me quita el agotamiento. Nada más cruzar la línea de meta me tengo que doblar para descargar la tensión que llevo, e inmediatamente continúo andando. Me reúno con Bassrunner (Paloma no tenía dorsal y no pudo pasar por meta) y nos tomamos la cervecita mientras esperamos a los amigos, que van llegando poco a poco. Ibki se encuentra mal y le llevamos a la sombra, junto al SAMUR. Finalmente se recuperó y salimos a saludar a las familias. Allí estaban con nosotros para celebrar otro maratón más. Nos tomamos una bien ganada cervecita y mientras se iban a casa me dirigí a ver a mis amigos paquetillos que se quedaban a comer en el Reti. Recibo felicitaciones por doquier que me abruman, no creo haber hacho más que ningún otro osado que se haya atrevido a bailar con la maratona en un día tan malo. Y me vuelvo a casa cansado, quemado por el sol, pero satisfecho por cómo he corrido hoy.
Quizá sea la carrera que se me ha hecho más dura de cuantas he corrido. En el Maratón Alpino era consciente de mis posibilidades y las fui cumpliendo, lo que me daba confianza. El domingo no tenía nada claro si iba a ser capaz de terminar como lo hice, y me costó lo indecible que mi cabeza mandara sobre un cuerpo que no respondía como esperaba. Por eso supongo que, con el tiempo, este maratón será uno de los que recuerde para siempre. Siento mucho que coincida con tantos malos momentos de tanta gente, incluidos amigos míos.
Gracias a todos por vuestros ánimos, por estar ahí. En especial a mi familia por aguantarme y quererme; a mis Correpoco Santi, Bassruner y Paloma por el apoyo incondicional; a Loco por contagiarme su determinación y entusiasmo, al grupo de lujo que formamos el gran compañero Pardillete, el semielfo Aspen, el mudito Guille, Cabesc como ayuda de lujo y a todos los que habéis estado ahí: Txamo, Matraco, equis, Pedro, Lander y familias, a todos los paquetillos sin excepción... gracias a todos por haberme ayudado tanto.
12 comentarios:
Qué grande eres, Jesús. Y qué grande es lo que has hecho (a pesar del intento de Paloma de frenarte ;-)). Te darás cuenta cuando pasen los días.
Pero casi tan increíble como tu determinación para acabar la carrera, es el hecho de que rechazaras una Mahou fresquita :-D
Un abrazo.
Jorge (pardi)
De hecho, Jorge, es lo que más me mosqueó cuando me uní a ellos. Mirar la cara de Zerolito mientras corre es igual que mirar a Indurain... no sabes si va bien o mal, siempre tiene la misma cara... pero rechazar una Mahou......
Esta Paloma, con lo pequeñaja que es y lo grande que eres tú. Menudos guardaespaldas te habías echado, así llegaste doblando.
Pues lo de la cerveza se me pasó por la cabeza, mucho después de pasar vosotros (te ibas poniendo las botas, jajaja), vi literalmente a un joven con un pincho de tortilla y un buen trozo de pan y a otro menos jóven, con un bote de mahou 5 estrellas y pensé "seguro que a Jesús le dan una de las que llevan en la bolsa; no me equivoqué, pero mira que rechazarla. ¿Te pido habitación aquí en el curro?
PEAZO CARRERA QUE TE HAS MARCAO
UN ABRAZO,
Pedro
Estoy super contenta de como terminó todo pero hasta que no lo ví no lo creí..., desencajado desde un poco antes de llegar al Lago, el rechazo de Mahou, lo del tropiezo que me dejó de piedra, pa haberte mataó, pero esque iba tan pegadita a tí, con tal marcaje y como una pequeña guardaespaldas que a la mínima se produjo el traspiés... I´m sorry
Tu entereza, fortaleza y cabeza o cabezota te hicieron conseguirlo, lo dicho, un placer saborear contigo el maratón, bsos
Estoy con Pardi. Con el tiempo valorarás aún más esa marca, fruto más de una cabeza bien amueblada que de tu físico, que también. Tómate ahora esa Mahou, que bien te la ganaste.
Abrazos. ;-)
PD. Ansío esas reflexiones...
Pedazo de marca que hiciste Zero!!!
Sabiste sobreponerte al tio del mazo en el kilómetro 32 y saliste airoso hacia delante!
Doblste la media y eso, en un día como el del domingo tiene mucho mérito.
Un saludo CAMPEÓN!!!
La zancadilla era lo que había pactado yo con Paloma para evitar que doblaras y me chafaras mis sesudas teorías maratonianas :-). Pero ni aún así...
Enhorabuena, Jesús. Probablemente eres el mejor maratoniano de toda la panda. A los hechos me remito.
Felicidades por tanto coraje y determinación.
Yoku
Un valor seguro. Eso fué lo que pense cuando te ví pasar por Alfonso XII a tan buen ritmo. NO te engañabamos.
Gracias a ti por ser como eres y compartilos con nosotros. Ha sido una satisfacción para toda la paquetería después de tantas desgracias.
Me alegro un montón Zero, tiene mucho merito.
Esto es duro y lo has conseguido. Enhorabuena.
Enhorabuena Jesus!
Si vemos la carrera perfecta como aquella en que -para el trazado y la meteo a afrontar- logras sacar todo lo que llevas dentro, sin guardarte nada hasta cruzar meta.
Pues quizá en Mapoma 2010 tuviste una carrera perfecta, ajustando en cada momento según tocara, por calor, por dureza, por distancia a meta.
Asi que, deja que pase el cansancio que seguro que día a día la recordarás con más y mas cariño. Te lo has merecido, como ya te pasó con el MAM.
Ojo!! Relájate y disfruta...pero lo justo, eh? Sin olvidar que ahora nos tenemos que ganar otra que viene por allá por los Sanfermines casi. Y hay q volver al tajo en cuanto el cuerpo de permiso ;-)
Fuerza y tesón, nuestras mejores armas. Enhorabuena por vaciarte de esa forma, por la marca y sobre todo por la experiencia vivida, motivo que hace que repitamos y repitamos.
Ahora ya dejate de chorradas y pásate a pulverizar en serio tu marca de 10k. jajajajaja.
Te vi adelantarme a la altura de Atocha, pero es que ibas como una exhalación. Vamos, como para saludarte. :-D
Enhorabuena por tu marca.
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