lunes, febrero 17, 2014

¡Cómo me gustaría correr como tú!

por: Zerolito

Si alguien me hubiera dicho alguna vez que oiría esta frase, refiriéndose a mí, le preguntaría cuántas copas de absenta se había tomado junto a la medicación antidepresiva. Porque vamos, mi pesado transitar sobre los caminos se asemeja más al estrumpir de los cantos rodados que al fluido y grácil movimiento de los atletas africanos que, más que correr, parece que bailan sobre el aire.

Pues mira tú por dónde estas increíbles palabras las escuché el sábado, mientras estaba terminando un entrenamiento de esos que me dejan más p'allá que p'acá. 25 repeticiones de 100m (yo los bauticé usaínes por motivos obvios) recuperando tras cada uno de ellos otros 100m al trote. Eran poco más de las 9 de la mañana, estaba recuperando el resuello y dispuesto a atacar los dos últimos arreones cuando oí las increíbles palabras:

- ¡Cómo me gustaría correr como tú!

Las soledades de la Casa de Campo y la procedencia de la voz no daban lugar a dudas. Aquel buen hombre, setentón, con la mirada herida de cataratas y que caminaba hacia mí, me las había dedicado. Me paré a su altura y me repitió la frase.

- ¡Cómo me gustaría correr como tú!

Balbuceé una especie de chiste sobre mi pobre biomecánica cuando callé. Era lo mejor. Entonces escuché la voz de ese hombre que anhelaba esos años de juventud y fuerza, pero que no se detenía en esa autocompasión de sofá orejero y brasero encendido tan común en el resto de la gente. No tenía muchas fuerzas salvo la de su determinación, el ansia de seguir sintiéndose vivo, sobre todo en frías y lluviosas mañanas de invierno como esa. Se lamentaba  de que estuviera "yendo p'abajo" en esto de la vida, ante lo cual no le pude sino contradecir diciéndole que a él le quedaban al menos un buen par de arreones en su aventura del vivir. Y que disfrutaría de un día maravilloso para los que lo pueden entender, fresco y húmedo, con una naturaleza que comenzaba a despertar del letargo invernal y que le ofrecería colores, olores y sensaciones hasta llegar al Lago, destino de su aventura de hoy.

Tras esta breve charla, con una sonrisa en la boca y otra en el alma nos despedimos. Respiro hondo y me dispongo a terminar los 2x100 que me quedaban, con mi pensamiento dedicado a esta persona. "Corres conmigo ahora, buen hombre", pienso mientras acelero. Espero volver a encontrarte y que me cuentes, con tus amables palabras, qué sentiste esa mañana.

Y es que me has vuelto a recordar que lo importante no es cómo corres, o cuánto corres, o lo rápido que lo haces. Lo importante es que corres, que puedes hacerlo y lo haces. Que a cada paso que das -sí, también valen los tuyos apoyados en ese paraguas a modo de bastón, amigo- te alejas de una vida anodina y te adentras en otra en la que puedes sentir el palpitar de tu corazón, el sudor en tu frente, el aroma del suelo húmedo que se abre a tus pies, y el alma abierta a todo lo bueno que por el camino te puedes encontrar.

martes, febrero 04, 2014

¡Soy Starter!

por: Zerolito

Esto de las carreras por montaña, de montaña, trails, skyrunning o como carajo estén llamando a esto de correr por el campo se está convirtiendo en un auténtico sindiós. Si decides adentrarte en este deporte no sólo tienes que soportar la dureza del entrenamiento. No, hay más.

Muchas carreras han puesto en valor el hecho de que un participante traspase la línea de meta. Me parece bien. El principal objetivo para el corredor es que pueda completar una carrera, independientemente de la posición que ocupe o del tiempo que transcurra desde que el primero llegó. El participante acaba, y merece por ello un premio. Eso se ha denominado con el palabro finisher, creo que importado del triatlón. Suena muy bien, al contrario que los vocablos acabador o el hollywodiense terminador. Ser finisher es ser capaz de superar una prueba exigente por su dureza o singularidad, aunque también de tanto acuñarla pueda perder parte de su valor. Como los maratones de 10km.

Cuestiones lingüísticas aparte, ser finisher de alguna prueba de renombre te otorga una especie de pedigrí en el mundillo del corredor. Si además puedes vacilar un poc con un trofeo, medalla o prenda pues mejor que mejor. Pero mola ser finisher, en serio, porque como dije pone en valor el logro de completar una prueba con independencia de otro tipo de consideraciones.

Pero ahora se está complicando la cosa. Y no es por los tiempos de corte, porque las carreras se hagan con perfiles más duros ni porque haya menos dorsales disponibles. Ahora lo realmente complicado para un corredor es... ¡¡conseguir el dorsal para la prueba!!

Para muestra, un botón. La mítica Travesera de Picos de Europa abrió las inscripciones para su edición de 2014 el sábado a las 00:00h. Los 250 dorsales disponibles se asignaron en la friolera de ¡¡12 minutos!! Alucinante. Teniendo en cuenta que esta prueba no es precisamente un paseíto por el campo por sus características (desnivel, dureza, meteo...) hubo una avalancha de más de 600 peticiones concurrentes en el mismo instante que se activaron las inscripciones. Sin contar los que quisieran correrla pero no pudieron estar el día D a la hora H delante de una buena conexión a internet (supongo que los que lo intentaron en la Wifi del centro comercial lo llevarían crudo). Con más tensión frente al teclado y tu router que en la cuenta atrás de la salida de la prueba. Paradójico.

Ha cambiado la historia. Ahora lo que hay que celebrar es la opción de ser starter, de poder estar en la línea de salida de una de estas pruebas. Tendrían que darte los obsequios al principio por haber sido capaz de apuntarte. Parece que estamos abocados al modelo del sorteos tipo UTMB. ¡He conseguido el dorsal! ¡Me ha tocado! Esa es la verdadera noticia. Luego, ya si eso... me pongo a entrenar y tal y cual.

No sé si será un proceso natural y propio, si viene dado por la fiebre del running que vivimos, por los pocos dorsales disponibles o por la suma de todos (como dicen en mi comunidad autónoma). El caso es que estas noticias me aturden.