Finalmente fui al Maratón de Madrid en calidad de acompañante. Junto a unos buenos amigos de los Paquetes hicimos 31km animando y apoyando a los conocidos (y desconocidos) que se atrevieron a lidiar con los 42km rocanroleros de este Mapoma.
El día fue magnífico para correr, fresco -a veces frío- y reconozco que me entraron unas ganas terribles de hacerlo en la próxima edición. Pero se me pasaron rápidamente sobre todo por temas organizativos.
Creo que no es de recibo juntar en una misma salida corredores que van a disputar un maratón con los que van a correr 10k o una media. Si los organizadores quieren tener 22000 personas en la foto de salida, que sean 22000 maratonianos. Londres o París (carreras con las que se quiere comparar este Mapoma) lo consiguen. No preguntaré por qué no lo logra Madrid y tiene que recurrir a trucos barriobajeros para engrosar su foto de portada.
El tema del rocanrol me hace gracia, pero tampoco es la panacea para animar un evento de estas características. Implicar a la población y que sea un día de fiesta y -por qué no- de orgullo para la ciudad. Que no se vea como una agresión a los ciudadanos que por unas horas no puedan utilizar su coche por la ciudad.
Pero sobre todo es en el trato a los corredores en lo que nos tenemos que fijar. Si el año pasado a un cabeza de chorlito se le ocurrió poner el ropero a 2km de la salida, este año al mismo -u otro, da igual- se ha desmarcado con poner unos servicios de ropero claramente insuficientes para dar cobertura a 22000 personas. Con lo bien que lo organizaba el ejército todos los años anteriores. Aquí un vídeo de lo demencial del ropero en la salida, con retrasos imposibles y corredores que esperan pacientemente a dejar sus pertenencias a media hora del comienzo del maratón.
Pero lo demencial fue a la llegada. Tras el esfuerzo de recorrer un maratón y el frío y viento que comenzó a hacer en Madrid, los pobres corredores que habían confiado -y pagado- a la organización la gestión de su ropa para no quedarse helados, se llevaron un buen chasco. No voy a comentar mucho, sólo sugiero que se vea este vídeo.
Alucinante. Mucho Rock and Roll, mucha Silver Road Race... pero -para variar- a la organización se le ha olvidado que los que hacen grande a un maratón son los corredores.
A mí que me esperen. Y mira que me fastidia porque es el maratón de mi pueblo, pero así no. No.
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